A veces escribo a lápiz, cuando sé que puedo hacer malabares con mis dedos y borrar de inmediato. Cuando sé que se atraviesan centenares de citas en mi mente y no puedo hacer más que escribir. Cuando escucho esa voz constante en mi cabeza que me dice: “escribe, escribe, solo por ti… para ti”.
Se descuelgan pensamientos de mi cabeza, como desprendiéndose una a una, las cuerdas de una guitarra, y hacen un zumbido: ¡PLOM! Y ese sonido retumba como un eco, hasta que llega un silencio profundo incapaz de escuchar el sonido de mi respiración, más sí de percibir el trazo rápido de un lápiz…
– Paso suavemente mi dedo meñique para limpiar los restos de la goma del borrador.
De repente, mis ojos dan vuelta, y pienso:
¡Qué bonita se mira! Parece que tuviese lunares, unos pequeños, otros diminutos, y dos o tres siempre quedan juntos!
¡Oh! pero que bella se ve vacía con sus lunares. Así pasa cada noche, en ningún lugar pero en todas partes”
Conozco a muchas como ella, que pasan la noche esperando que algún forastero o forastera las visiten. Cuando AL FIN SUCEDE, todo cambia, ya no se miran blandas ni ásperas, ahora son suaves y resistentes; y ya no están frías porque se cobijan con los trazos y gomas que ha dejado aquél escritor, dándole la bienvenida a la vida.
De nuevo estoy mirándola, un poco confundida, porque parece como si me hubiera quitado algo… Supongo que es el precio que he de pagar por borrar lo que nadie ha leído. Los he de buscar, buscar, buscar… Mis lunares, ¿por qué me los robaría?
¿Dónde estarán mis lunares? Detrás de mi oreja, en la diagonal de mi cuello o en la raíz de mi cabello.
Ahora lo entiendo todo, el silencio, cuando las uñas se encogen y el día entero se come a las horas, cuando no logro conciliar el sueño… Porque es ahí, cuando voy tras ella, entonces ENTIENDO que no me ha robado nada, yo soy parte de ella, y ella es parte de mí.
– Atrapo el lienzo en mi mano para ir directo al trazo, solo quiero escribirle a ella:
Tan opaca con sus vías paralelas, horizontales y perfectas.
Ella, bonita, ella, sincera.
Ella, de alma pura y con quien me río en el espejo.
Ella, la que acepta este enredo en cada renglón, solo por acercarse a alguno de mis lunares,
O al menos, empolvar mis dedos.
Todo lo que sé es que ella, la hoja en blanco, me ha dado mucho y también me ha dado poco, pero con eso sobrevivo en mis noches de vela… es igual o…
♥ lo mismo que las olas al mar,
♥ lo mismo que el agua a las flores,
♥ lo mismo que la palma al coco,
♥ lo mismo que las notas a los acordes,
♥ lo mismo que el tete a un bebito,
♥ lo mismo que el atardecer a una persona,
♥ lo mismo que la hamaca a un patio,
♥ lo mismo que la sonrisa a un recuerdo.
Es ella… La de 2 lunares juntos. Y soy yo, RE ESCRITA.
Con amor, La Forastera.