
Un viernes de noviembre a las 5 de la tarde, estaba buscando un lugar donde pudiera inspirarme a contarte una pequeña historia con un gran valor para mí. Llegué a la Torre del Reloj del famoso «Pueblito Patojo» en Popayán, y cogí en dirección hacia la izquierda para dar una media luna… Mientras caminaba, observé cosas que vendían entre artesanías, ropa y por supuesto, comida: unas deliciosas obleas de arequipe con queso.
Al terminar el camino, me encontré con un bar aparentemente con un estilo colonial. Habían sillas afuera para ver el paisaje alrededor, pero llovía y hacía un poco de frío, así que decidí entrar al lugar. En muy poco tiempo me di cuenta que su interior se parecía a la época del romanticismo con detalles peculiares, como: dos lámparas antiguas a gasolina, preciosos cuadros con los lugares más emblemáticos de la ciudad, y, en el rincón, una ventana con vista a la calle donde colgaba una cortina de lana.

Estando allí, sentada en aquél rincón, pedí un café expreso con licor y miré a través de la ventana, reflexionando acerca de cómo perdí el miedo para hacer algo que disfruto: escribir. Luego, cuando el mesero trajo mi café, llegó una imagen a mi mente:
Tenía tal vez unos 7 u 8 años, vivía con mi mamá y ‘Coco’, el perro devorador de zapatos. Actuar a ser un personaje era mi pasatiempo favorito, a veces era una actriz o una cantante, y, otras veces, era una presentadora de noticias… Antes de iniciar cada performance, me sentaba en una mesa y comenzaba a crear un libreto. A la mitad de mis escenas inspiradas en Disney ¡qué sé yo!, volvía a la mesa donde estaban mis poemas, las estrofas de canciones y las notas cortas, los leía o los cambiaba, pero al final, arrugaba todas las hojas de papel.
Ese recuerdo me hizo entender la razón por la que muchas veces me frustré de no hacer cosas porque dudaba de mí, o, porque me comparaba con los demás. Y, también, me inspiró a decirte que tener miedo es y siempre será inevitable, pero es precisamente esto el punto de partida para hacer tus sueños realidad. Cuando sientas miedo, identifica esos pensamientos negativos que bloquean el impulso de que saltes – quizás no sea un abismo lo que veas y te sorprendas – y un día cualquiera decídete a enfrentarlos. Te aseguro que no habrá nadie más que te anime a desplegar tus ideas, que tú mismo (a).
- No solamente cree en ti, échate piropos.
- No tengas miedo de crecer, se alérgico y alérgica a lo ‘igual’.
- ¡Rodéate de personas que te animen, que te aporten, que te contagien de sus ganas de hacer y de sus ganas de brillar!
Si tienes 10 ideas en mente, apúntalas todas, investiga, analiza y prueba. Lo que quiero decirte es que debes encontrar una idea, un producto o una marca, para las personas correctas y en el lugar correcto. Un día decidí no arrugar las hojas de papel y crear mi blog, para poder llegar a las personas, o al menos, compartir mis historias con otros.
Por eso quiero invitarte en este post a que te quites el miedo de hacer eso que has venido aguardando. Cualquier escenario puede ser tu arranque a la acción; en mi caso, tomarme un café expreso a 18 grados, me llevó a compartirte una anécdota de mi vida.
Cada vez que tengo temor de hacer algo, o, incluso de emprender un largo viaje, pienso que la vida puede ser tan efímera como en un abrir y cerrar de ojos, y que me espera algo mucho, mucho mejor de lo que es ahora…Así que solo piensa en esto:
«Nadie sabe cómo dibujar un arcoíris sin antes haber aprendido los colores».
La Forastera.
Super!! Me agrada mucho esto que haces, felicitaciones !!!
Me encantó. Gracias!
Me encantó
Este artículo me motivo como nada en mucho tiempo.
Que bello!