Si “Inventando a Ana”, la serie de Netflix, es una interpretación fashionista de una mente criminal, que con sagacidad y en función de apariencias extravagantes obtiene poder y reconocimiento; si “El día de mi suerte” es la canción de Willie Colón, en la voz de Héctor Lavoe y al mismo tiempo es la inspiración de la vida de Gabriel García Márquez, a quién un día inesperado la suerte lo llamó; si “El olvido que seremos” es la historia de una familia golpeada por la desigualdad, violencia y la justicia castigada de la Colombia de los años 80… Entonces CREEMOS por un instante que todas aquellas creaciones son reales, más allá de la actuación, del título o del formato.
Lo mismo que Michela, mi profesora de inglés, cuando interrumpe un poco su clase para hablarnos del choque cultural que vivió al llegar a Estados Unidos luego de irse de su país natal: Italia. O, como mi hermano Andrés, quien es la persona que me ha ayudado a hacer algunas reparaciones del hogar en mi vida adulta, así sea por medio de chats y video llamadas. Posiblemente podría leer sobre la historia de los inmigrantes italianos en internet, o podría llamar a la oficina de arrendamiento de mi apartamento para solucionar el problema que tengo en casa… Pero la cuestión es que ME GUSTA MÁS la anécdota contada por mi profesora y los consejos de mi hermano.

En este momento es cuando me doy cuenta de lo sublime que puede ser una película o una serie si trae consigo un mensaje, o lo increíble que puede ser leer un libro y sentirse identificado (a), así como nos sentimos cuando escuchamos a la persona que admiramos, o cuando tenemos una increíble conexión con alguien que apenas conocimos, o cuando de repente encontramos la respuesta en una canción o en un podcast que suena mientras estamos conduciendo.
Ahora me cuestiono qué papel he cumplido en la vida de otras personas, ¿me siento como la autora o la impostora? Con los ojos cerrados mi respuesta es que me he sentido como una impostora. Y después de AÑOS de vivirlo, hoy he dado el primer paso: reconocerlo. Según Aida Baida Gil autora del libro Cómo superar el síndrome del impostor, quienes lo sufrimos, «tenemos la sensación de no estar nunca a la altura; de no ser lo suficientemente buenos, competentes o capaces; de ser impostores, un fraude*.
Gracias a esta incómoda respuesta, me animé a conversar del tema con otra persona, que así como yo se ha preguntado/dicho así misma en varias ocasiones: “no me siento suficiente para”, “para qué lo voy a intentar si ya lo han hecho otras personas”, “creo que mejor lo haré después”. Tras esta conversación convertí mi mayor debilidad en un espacio seguro, entre TANTOS que hay, para que ella y otras mujeres -y también hombres- no sientan pena al hablar de inseguridades.
(Un pensamiento)
– Mientras escucho a mi amiga que me está compartiendo una experiencia laboral que la dejó llena de inseguridades, es inevitable sentir empatía y preguntarme a cuántas personas les ha sucedido lo mismo. Aún con la idea en mi cabeza de si soy una autora o impostora, sobreviene otro sentimiento: el agradecimiento. Saber que no estoy sola en este planeta tierra que alberga en el sistema solar es como dice Zoe en su canción, ver las “anémonas de luz partículas de amor”. Y en este sentido, resulta gracioso que personas como yo, nos pasamos la vida creyendo que no hemos podido ser ese “alguien”, porque nunca es el momento adecuado para “hacer eso”, o hacer “qué”, cuando solo somos una diminuta materia en un universo infinito.
En abril conocí a Pau, a quien llamaré “La María” por su emprendimiento en proceso La Maria Galería que pueden encontrar en Instagram. Desde entonces, ha sido como volver a cuando tenía 5 años y jugaba con mis primas que éramos médicas, cantantes, que éramos “la novia”, o “la esposa”, “la madre”, que éramos súper héroes, en fin… Así, con esa misma curiosidad me sentí cuando Pau yo nos sentamos en la sala de mi estudio, sin zapatos, con una taza de café, un brownie y un pastel de terciopelo rojo (que partimos cada uno por la mitad) para compartir, nuestras agendas, y, por cierto, usábamos lentes, los de ella de color rosa y los míos de color café.
La María y yo nos vimos por primera vez en el 2018 en Bogotá, Colombia en un evento musical y después no nos volvimos a ver. 4 años después nos volvimos a encontrar en Estados Unidos, por medio de su hermano. Fue realmente inesperado y espontáneo, tanto así que dos semanas después, ambas coincidimos en algo, seguramente si ninguna de las dos hubiese llegado a este país, no seríamos amigas. Es así, que este pedazo de mi vida se llama: la segunda oportunidad.

– Es lunes por la tarde, Pau saca un bloc de papel para bocetos de su bolso y me lo enseña con una sonrisa diciéndome: “este es mi libro para la lluvia de ideas”; y del otro lado estoy yo con una una agenda rosada que dice en la portada: inspiring women’s quotes and art, y le respondo: “esta es mi agenda multi ideas”. Pau me dice que compró ese bloc para realizar bocetos de diseños de trajes, pero que por cierto es el libro donde escribe y apunta muchas cosas de diferentes temas. Nos quedamos viendo diciéndonos la una a la otra: “por favor, mira todo lo que tengo…”. En su libro hay páginas con diseños de ropa no terminados, apuntes de las Norma ISO, tips para customer service, y de nuevo páginas en blanco. En mi agenda, hay páginas con escritos y poemas no terminados, apuntes sobre clases de manejo en YouTube, citas del médico, y de nuevo, páginas en blanco. – Pau y yo nos reímos.
Es bastante curioso el modo en que dos mujeres con vidas totalmente diferentes hacen click y las une algo muy sencillo: sus ideas vuelan con mucha velocidad y facilidad, su creatividad es inmensa como un árbol de montaña y sus corazones les indica hacer lo que su cerebro automático les decreta ignorar.
5 días antes me había visto con Pau en el Rancho Palos Verdes, un lugar que hace honor a su nombre con senderos naturales y una vista panorámica hacia el mar. Ese día, ella y yo solo hablamos de una idea pero no sabíamos bien cómo empezar a moldear. Les aseguro que en solo unas cuantas horas cruzamos historias nuestras y ajenas sobre lo que es vivir no solamente con inseguridad, sino también de lo que significa sobrevivir en un camino de piedras y arena movediza, buscando siempre esa “meta” (si es que la hay). “La María” y yo nos dimos cuenta de que en realidad hay cosas positivas que rescatar de este “problemilla”, y otras, que por el contrario es necesario deshacernos ¡por nuestro bien!
Es así como llegamos hasta aquí. Pau y yo queremos compartir nuestra sincera opinión sobre muchos temas, por eso iniciamos este viaje juntas y ser parte de los podcasts. Hemos convocado una lluvia de ideas con ustedes para elegir el nombre de nuestro programa. Queremos hablar de historias que nos emocionen y nos hagan reflexionar, filosofar, reír o llorar. También historias de otras personas que nos han marcado, hablar de las una y mil reglas (in)exactas de la sociedad latinoamericana como el “ser mamá”, “casarse y tener hijos”, “tener una profesión que le de dinero” y otras, como la frase coloquial: “lograr carro, casa y beca”. Así como contar el desafío de enfrentarse a vivir en un país diferente al nuestro.
Entonces si les resuena algo de lo que han leído o también tienen un testimonio, habré conseguido mi propósito con este artículo: hacer que se sientan parte de este proyecto, diciéndoles que su pensamiento también es importante para mí, y otorgándome el derecho de crear algo a partir de sus ideas. Hoy no soy una impostora, más bien soy una colaboradora más en un mundo con cabida a diversas formas de expresión.
Pau es abogada y yo soy comunicadora social. Hemos decidido montarnos en este tren porque nos interesa la salud mental (entre muchas otras cosas) nos gusta encontrar respuestas y analizar comportamientos (incluso los nuestros), sin embargo no queremos abordar el mundo de la psicología sin fundamentos. Respetamos altamente dicha profesión. Creemos que más personas deben conocer nuestra perspectiva que lejos de ser novedosa, me atrevo a decir, es auténtica y tocará a muchos de ustedes que -quizás- me han leído desde que creé mi blog: La Forastera.

Dos mujeres con una historia de vida diferente cada una: “La María” es una mujer casada a sus 29 años de edad. Caro es una mujer soltera a sus 30 años. En Colombia tenían distintos círculos sociales, ahora bien, ¿qué tienen en común? Son honestas, sensibles, apasionadas, frágiles y con un pensamiento libre sobre el papel de la mujer en la sociedad, en el trabajo, en la familia, en su relación con sus amigos y amigas. No estamos ligadas a ideologías o al feminismo, no somos seguidoras de corrientes, que quede bien claro por favor. Caro y “La María” le hablan a todo aquél que vibre con un mundo que esté más lleno de justicia que de Ferraris, donde la genuinidad no sea castigada, ni los ojos de la sociedad limiten las decisiones de cada uno/a y donde el Ego sea un extra, y no el protagonista de nuestra historia.
Al final de nuestra cita con la creatividad, nos sobraron ideas sobre qué hablar. Les puedo decir que en cada tema hay cero interés por contar nuestra vida privada o la de los demás, al contrario, nos vamos con la intención de alimentar el alma de quien nos quiera escuchar así sea por curiosidad, también nos provoca agregar una pizca de inspiración para quien se sienta con ganas de reinventarse, o para quien quiera salirse un poco de los estereotipos impuestos por su círculo…
Una red de apoyo comienza por algo pequeño, si ahora somos solo dos, tal vez mañana podamos ser 4, 10, 15 o 23. Total, no se trata de un número, sino de quién quiere ser voluntario para generar un espacio seguro, con más claridad, más generoso y más humano, para todas aquellas generaciones que nos pisan los talones.
(5 días antes)
– En un miércoles por la tarde, estamos mirando el Point Vicente Lighthouse que está en Rancho Palos Verdes, al norte del puerto de Los Ángeles. Aquí llegamos caminando desde el Starbucks que está justo al frente del lago, después de tomar un Chai Té y un Frappuccino Blended. Ha sido una charla nutritiva para el alma, de esas que empiezas con la luz radiante del sol y terminas con la misma luz pero que se va desvaneciendo en un atardecer naranja. – ¿Y si hacemos un Podcast? – ¿Qué? Wow Caro, una vez lo intenté hacer con alguien, pero no se dieron las cosas… – A lo mejor ahora es el momento.
En el Faro de Point Vicente nació una brillante idea, el regalo que traía aquella segunda oportunidad.
*Tomado de:
BBC (2015). ¿Qué es el «síndrome del impostor» y por qué lo sufre tanta gente?. Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/11/151125_salud_psicologia_sindrome_impostor_lb